La segunda de dos partes. Lea la primera parte.
WOONSOCKET – Para Andrea Iaciofano, madre soltera desempleada con dos niños, cada mes le trae traumáticas decisiones relacionadas a los pagos de alquiler, de servicios de gas y luz, el carro, la comida y otras cosas necesarias.
“Es como, ¿Cuál cuenta pago?” dijo Iaciofano.
Sin los alimentos y otras ayudas que su familia recibe del Community Care Alliance (CCA), “tengo que ser sincera, pienso que mis hijos probablemente pasarían hambre,” expresó. “Uno trata de no estresarse, pero obviamente es estresante.”
Iaciofano habló con Ocean State Stories en la despensa de CCS, que es parte del Family Support Center de la organización, y que está localizada en el 245 Main Street en Woonsocket. Los programas del Centro y de CCA que se ofrecen en otras ubicaciones incluyen consultas de comportamiento, educación, vivienda, y otra gama de servicios.
Igual que Iaciofano, Sue Rennie, otra persona que llega a la despensa, depende de CCA. Jubilada después de trabajar como oficinista, ahora vive de su pensión de seguro social.
“Cuando terminé mis años laborales, las cosas no fueron tan fáciles como pensé que iban a ser,” nos dijo. “Los precios comenzaron a subir por todo y en todo. Así es que ahora el dinero no alcanza para todo lo que antes alcanzaba.”
CCA ha ayudado a Rennie no sólo a llevar comida a su mesa sino también a quedarse a vivir en su casa.
“Usted viene una vez al mes y ellos le dan sus artículos,” expresó. “Además de eso, uno puede venir y le dan un vale para alimentos para una de las iglesias en la ciudad [en donde regalan alimentos]. También me enteré que me pueden ayudar a pagar por el aceite para calentar mi casa. Eso ha sido toda una bendición.”
Elba González, una clienta, habló de su agradecimiento por la ayuda que recibe del Centro de Ayuda a la Familia [Family Support Center]. “El servicio de alimentos es muy importante,” dijo González, quien tiene una discapacidad, expresó por medio de la intérprete Madeline Silva, supervisora del Centro.
Noely Quiñones, empleada de la agencia de vivienda NeighborWorks Blackstone River Valley, estuvo de acuerdo. Quiñones está criado sola a dos niños.
Ella dice que la despensa “ha sido muy útil, especialmente en los tiempos difíciles cuando se tiene que decidir qué cuentas se van a pagar. ¿Tienes suficiente comida? ¿Te alcanzarán los cupones para alimentos?”
Quiñones dice que con todos los servicios que se ofrecen, el Centro “es una gran fuente de recursos en donde uno puede obtener más alimentos, uno puede obtener vales, ya sea para alimentos o ropa. Es un gran programa. Lo he estado usando tanto como he podido, cuando lo he necesitado.”
De acuerdo a Michelle P. Taylor, Vice Presidenta de Servicios Sociales de Salud en CCA, la organización anualmente ayuda a alrededor de 16.000 personas, “en cualquier momento de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Con más de 50 programas, damos servicios a personas en todo el estado.” Muchos de ellos en Woonsocket, Burrilville, North Smithfield, Lincoln y Cumberland.
Una de estas tardes, Heather Hole Strout, directora ejecutiva en el centro comunitario Dr. Martin Luther King, Jr. Community Center, llegó hasta el medio de la despensa localizada en el Dr. Marcus Wheatland Blvd. en Newport y saludó a los empleados quienes estaban ocupados ayudando a los clientes. Abundaron las conversaciones animadas.
Strout le dijo a Ocean State Stories que tanto los alimentos nutritivos como el contacto social tienen un valor importante para las más de 5.600 personas que su centro ayuda en todo el condado de Newport, que incluyen Newport, Jamestown, Middletown, Portsmouth, Tiverton y Little Compton.
De acuerdo a Strout, la necesidad es grande, y la población a la que ayudamos sorprendería a muchos, dijo.
“Cuando la gente piensa en quién viene a una despensa de alimentos, creo que muchos se imaginan a personas que viven en la calle, y eso dista mucho de ser la realidad,” dijo.
“Tenemos personas que vienen todo el tiempo y que tienen dos trabajos, están tratando de mantener a su familia,” continuó Strout. “Tenemos familias numerosas que, no importa cuánto trabajen, simplemente no serán capaces de hacer que les alcance. Y la realidad es que vivimos en una comunidad en donde un apartamento de una pieza cuesta $2.000 dólares al mes y si se ganan menos de treinta dólares la hora, va a costar que le alcance.”
De acuerdo a su último informe anual, en el 2022, el Dr. Martin Luther King, Jr. Community Center distribuyó 657.240 comidas por medio de su programa para mitigar el hambre. De hecho, el Centro repartió más de 85.000 libras de productos agrícolas, y su Despensa Móvil, parecida al programa de Food on the Move del Instituto de Salud Pública de Rhode Island, hizo 156 visitas a 20 vecindarios. El veintinueve por ciento de los clientes se identificaron como Hispanos/Latinx, con un 30% de niños, de recién nacidos hasta menores de 17 años, y un 29% de adultos de 55 años de edad o más.
Fundada en 1922, el Centro compra alguna de su comida, para el resto depende de donaciones del Rhode Island Community Food Bank, Stop & Shop, Shaw’s, el Newport Restaurant Group,
Stoneacre, mercados de granjeros, fundaciones y fideicomisos, municipalidades, negocios, personas y otras fuentes más.
Además de productos agrícolas frescos y artículos congelados, la despensa ofrece leche y huevos, productos enlatados, granos saludables incluyendo farro y quinoa, cereales, productos de higiene personal, productos de limpieza para el hogar, y alimentos y suministros para mascotas. Muchos de los cereales, como Kellogg’s Corn Flakes y Cheerios son repartidos expresamente para los niños.
En un análisis hecho por Stacker, un medio de comunicación con sede en la ciudad de Nueva York que se especializa en periodismo con base a datos, demostró que, en el 2020, la tasa de
inseguridad de tener comida en los niños, en el condado de Newport fue de un 12,7% (un 19,6%, el condado de Providence tiene la tasa más alta). La tasa general de inseguridad de tener comida fue de 8,4% (un 11,6%, el condado de Providence fue la más alta), de acuerdo con Stacker quien analizó la información proveniente de Feeding America, la organización nacional de alivio al hambre con sede en Chicago.
El edificio de dos pisos en el 404 de la calle Broad en Providence está empapado de historia. Construido en 1868 como caballeriza, ha albergado a una sucursal de banco, una tienda de comestibles, y ahora, después de una extensa y aclamada renovación, es la sede central del
Southside Community Land Trust.
El Land Trust ha hecho historia por cuenta propia desde su fundación en 1981, y continua haciéndolo con sus programas innovadores y huertas y granjas comunales que proveen productos agrícolas a hogares urbanos que carecen de recursos económicos, expresó su directora ejecutiva Margaret DeVos durante una visita al 404 de la Broad.
“Lo que estamos tratando de hacer es conectar a los granjeros y a los agricultores con los consumidores, propiamente hablando, para que las personas tengan acceso, no sólo a suficientes alimentos sino a alimentos que les ayuden a tener éxito en la vida, alimentos saludables que los mantengan alejados de un consultorio médico,” dijo DeVos.
“No existe un sistema para obtener alimentos saludables que funcione para las personas que viven en South Providence, Pawtucket o Central Falls,” continuó DeVos. “No es confiable; así es que todos los días trabajamos con personas que quieren crear recursos confiables de alimentos frescos, saludables y a buen precio para sus familias y comunidades.” Algunas de estas personas corren riesgo debido a que padecen enfermedades crónicas o potencialmente fatales, tales como la diabetes – un riesgo que aumenta al tener una dieta dañina.
El último informe anual del Trust cuenta la historia:
- El Trust ayuda alrededor de 15.000 personas al año, incluyendo a personas que procuran sus propios alimentos de sus huertas y granjas;
- 85% de los cultivadores tienen ingresos por debajo del nivel de pobreza;
- 30 negocios agrícolas cultivan sus alimentos en las más de 70 acres de tierra de cultivo del Trust;
- 55 organizaciones comunitarias se han asociado al Trust; y
- Se hablan 34 idiomas en las huertas de la organización.
Cuando Edith Paye y su hija Nell dejaron su oriunda Liberia para venir a Rhode Island en 1994, en un principio tuvieron dificultades para encontrar el tipo de alimentos saludables que comían en su tierra natal. Pero debido al compromiso que el Southside Community Land Trust tiene de procurar alimentos culturalmente apropiados, ellas y otros inmigrantes se han sentido satisfechos,
“El Land Trust ha hecho tanto, no solamente por mi familia sino por la comunidad del África Occidental en general,” dijo Nell a Ocean State Stories.
Junto con otros, las Paye cultivan sus parcelas y granjas que supervisa el Land Trust, particularmente Urban Edge Farm, un terreno estatal de 50 acres en Cranston que tiene un contrato de arrendamiento a largo plazo con Southside. En las granjas que se encuentran allí “trabajan personas oriundas de Liberia, la República Dominicana, y la región Hmong de Laos, y personas de los EE. UU.,” indica el Trust en su sitio en la red.
De acuerdo a Nell, la comunidad del África Occidental no tiene el dinero para comprar la tierra que cultivan sus socios. “Sin el Land Trust, nada de esto podría estar ocurriendo,” dijo.
Hay unos 100 hogares que anualmente reciben directamente los alimentos que cultivan las Paye, dijo Nell, y algunos productos agrícolas se venden a restaurantes locales y mercados de granjeros y puestos agrícolas. El programa Food on the Move del Instituto de Salud Pública de Rhode Island obtiene algunos de sus productos del Trust.
Junto con el cultivo y consumo de alimentos saludables, dijo Nell, las actividades del Land Trust proveen compañerismo, algo importante, especialmente cuando alguien muere. La familia Paye sufrió esa experiencia en carne propia cuando Counsuo Gaye Paye, el hermano de Nell e hijo de Edith, murió de cáncer a la edad de 37 años en junio del 2022.
“La granja fue el lugar que permitió no sólo a mi madre sino a todos nosotros a hacernos compañía,” dijo Nell. “Todos vinimos a despejarnos, a poner su alma en paz, a hablar. Esa temporada, cultivamos todo lo que a él le gustaba y luego lo cocinamos para tener una gran celebración. Es por eso que lo hacemos: para tener ese lugar de comunidad y practicar nuestra cultura.”
En el 2020, dijo ella, “durante el comienzo del COVID, toda la temporada de cultivo la dedicamos” a todos los que partieron.
“No hacemos esto para tener” ganancias, dijo Edith, “sino para ayudar.”
Y eso, declaró, trae una cosecha de “felicidad de todas nuestras granjas.”
De regreso al Family Support Center del Community Care Alliance en Woonsocket, Albert Martin, de 71, resumió su larga carrera como constructor de submarinos en Electric Boat, la cual terminó a la edad de 68 años.
“Tuve que jubilarme debido a mi mala salud,” dijo. “Me pongo insulina. Mi esposa también se pone insulina y todo tipo de medicamentos.”
Martin también padece de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, COPD por sus siglas en inglés. “Es malo,” dice. “Tengo que estar yendo al médico.”
En Electric Boat, dice Martin, “ganaba cinco mil dólares al mes. Perdí ese ingreso y todo se fue al traste. El seguro social… no se puede vivir sólo de eso. Y mi esposa está discapacitada. Pero un día alguien me habló de la despensa de alimentos, así es que vine.”
Ahora, dijo, “solicito todo lo que pueda conseguir,” incluyendo ayuda para la calefacción.
“Si usted necesita alimentos, también podría hacérsele difícil pagar la cuenta de calefacción, así como Albert mencionó,” dijo Darlene Magaw, directora de los Servicios de Ayuda a las Familias. “Es posible que también esté atrasado en los pagos de alquiler o que esté teniendo dificultades debido a que su familia está lidiando con violencia doméstica, o tenga un adolescente que está teniendo dificultades.”
En tales situaciones, dijo Magaw, la respuesta del personal es: ¿Cómo podemos conectarle con otros recursos en la agencia?
“Es porque no son solamente servicios para dar alimentos,” dijo Magaw. “Es todo el individuo, es toda la familia.”
“Ayuda mucho,” dijo Martin. “Y los alimentos son buenos. No tengo ninguna queja.”