PROVIDENCE – El movimiento de censura de libros ha llegado a Rhode Island, aunque hasta el momento no tiene la intensidad que se ha visto en algunas regiones en los Estados Unidos. Aun así, tanto las bibliotecas como algunas organizaciones en el estado están respondiendo con una amplia variedad de esfuerzos para proteger el acceso a títulos controversiales y a eventos, tales como las horas de cuentos – así como proveer protección para que los bibliotecarios no sean demandados.
Estos fueron algunos de los hechos que resultaron de una investigación que Ocean State Stories llevó a cabo en marzo.
“Hemos visto un auge en los intentos de interrumpir las horas en que se cuentan historias de travestistas y eventos como esos en las bibliotecas en todo el estado,” declaró en una entrevista Beatrice R. Pulliam, vice-presidenta de la Asociación de Bibliotecas de Rhode Island y co-directora ejecutiva interina de la Biblioteca Pública de Providence.
- “Hay muchísimas razones por las que se prohíben libros, pero más y más se ha vuelto
mucho más generalizada en realidad el crear una agenda o un espacio para decir ‘esta es la narrativa que queremos en nuestra biblioteca, no queremos escuchar la perspectiva de otros,” expresó Rachel Juskuv, presidenta de la Asociación de Bibliotecas de Rhode Island.
- Uno de los esfuerzos para prohibir libros en Rhode Island, y que produjo una extensa
Publicidad, ocurrió en Westerly, en donde uno de sus residentes, Robert J. Chiaradio Jr. lideró una campaña para que el libro “Gender Queer: A Memoir” se quitara de circulación en la biblioteca de la escuela de bachillerato. Chiaradio y otras personas alegaron que ese libro gráfico, escrito por Maia Kobabe, que narra la exploración de la identidad de género, era pornográfica. Hoy día “Gender Queer” es uno de los libros más prohibidos en los Estados Unidos.
De acuerdo con un artículo que apareció en The Westerly Sun el 15 de mayo, 2021, Chiaradio creó un grupo privado en Facebook, Westerly Residents Against Indoctrination, el cual tiene más de 1.100 socios, que declara “en nuestras aulas y en las bibliotecas escolares batallamos no sólo en contra de la racialización, por medio de aspectos de la Teoría Crítica de la Raza, sino también de la radicalización en nuestras escuelas, y la normalización y obsesión que hay con la pedofilia, la pornografía y los temas relacionados al género. Sostenemos una marcha diaria para proteger a esos niños, a muchos de los buenos maestros, y a nuestro gran país. ¡Por favor, hagan que sus voces se escuchen!”
Ese esfuerzo en Westerly recibió el apoyo del reverendo Giacomo Capoverdi, pastor de la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Westerly, así como el apoyo de otros miembros de la curia quienes el pasado otoño escribieron una carta al The Sun la cual decía: “Aunque haya otros libros en la biblioteca de la Escuela Secundaria de Westerly de los cuales no sabemos, sabemos que sí hay dos libros que actualmente están disponibles: Gender Queer y Fun Home.”
“Fun Home: A Family Tragicomic,” escrita por Alison Bechdel, también ha sido prohibida en otros lugares en los Estados Unidos.
“Aunque la intención en general de los autores pudiera no haber sido diseminar la pornografía,” añadieron Capoverdi y otros en su carta, “la verdad es que estos textos contienen tanto imágenes como descripciones pornográficas que no deberían estar al alcance de adolescentes en la biblioteca de una escuela secundaria pública…
“No nos oponemos a estos temas porque son apoyados por grupos cuyas creencias son contrarias a las nuestras. Nos oponemos a todo material explícitamente sexual o pornográfico al cual los niños tengan acceso en las bibliotecas de las escuelas públicas.”
- “Gender Queer” es la crónica del camino de la autora en su descubrimiento de la
sexualidad y el descubrimiento de género desde su niñez hasta la edad adulta y en donde Kobabe termina identificándose como de género no-binario. El libro incluye algunas imágenes sexuales explícitas. “Fun Home,” una exploración de identificación de género y la vida de una familia disfuncional, creada por la caricaturista Bechdel, que es lesbiana, contiene imágenes de desnudez parcial. Fue un éxito de ventas a nivel nacional y fue finalista del National Book Critics Circle Award en la categoría de autobiografías.
“Gender Queer” y “Fun House” continúan en la colección de la biblioteca escolar. Pero el año pasado un esfuerzo parecido sí tuvo éxito cuando el padre de familia de un estudiante de noveno grado en la escuela pública Jacqueline M. Walch School for the Performing and Visual Arts se opuso a la presentación de “Fun House.” La presentación se canceló debido a dicha objeción.
Aunque las objeciones específicas han variado con el paso del tiempo, con el movimiento actual asociado con el alza de los ataques a los derechos de las personas LGBTQ+, prohibir libros tiene una larga historia en los Estados Unidos. De acuerdo con la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos (ALA, por sus siglas en inglés) y otras fuentes, la siguiente es una muestra de los clásicos que fueron prohibidos en su tiempo:
● “Matar a un ruiseñor,” por Harper Lee;
● “1984,” por George Orwell;
● “El color púrpura,” por Alice Walker;
● “El gran Gatsby,” por F. Scott Fitzgerald;
● “De ratones y hombres,” por John Steinbeck;
● “El señor de las moscas,” por William Golding;
● “Sé por qué canta el pájaro enjaulado,” por Maya Angelou;
● “Alguien voló sobre el nido del cuco,” por Ken Kesey;
● La serie de “Harry Potter” por J.K. Rowling;
● “Las aventuras de Huckleberry Finn,” por Mark Twain;
“La Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos condena la censura y trabaja para asegurar el libre acceso a la información,” declara ALA en su sitio en la red. “Cada año, la Oficina de Libertad Intelectual (OIF, por sus siglas en inglés) recopila la lista de los primeros 10 libros que enfrentan desafíos para así informar al público de la censura en bibliotecas y escuelas. La lista se basa en la información que se obtiene de historias en los medios de comunicación e informes voluntarios enviados a OIF desde comunidades en todos los EE.UU.”
Pero ALA agrega, “las listas de los primeros 10 libros son solamente una muestra de las objeciones que algunos libros enfrentan. Las encuestas indican que entre del 82 al 97% de las objeciones hacia ciertos libros – documentado esto por solicitudes que se presentan para retirar materiales de escuelas o bibliotecas – no llegan a reportarse o no reciben publicidad alguna.
Vea la clasificación anual de la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos para conocer los Primeros Diez libros prohibidos año tras año, desde el 2000 hasta el presente.
Steven Brown, director ejecutivo del ACLU de Rhode Island, es una de las personas que ha tomado una posición firme en contra de esta forma de censura.
“La marea de exclusión que arrasa al país, aunque está lejos de no tener precedente, es sumamente preocupante,” declaró Brown. “Una sociedad con una democracia saludable requiere que muestre respeto por la libertad de expresión y pensamiento y que otorgue la oportunidad de que se escuchen todos los puntos de vista.”
“El enfoque de los atentados actuales de censura – dirigidos mayormente a libros que tratan de y hablan a grupos marginalizados y vulnerables – debilita los valores centrales de las libertades civiles, y de manera especial, se hace necesario condenarlos de la manera más fuerte posible.”
Brown hizo nota de la ironía intrínseca de las actividades de las personas que censuran los libros, expresó a Ocean State Stories: “El único consuelo de estos ataques alarmantes a la libertad de leer es su posible impacto contraproducente: que genere entre los lectores un alto interés de leer ‘los libros prohibidos.’ La respuesta de Mark Twain cuando se prohibió ‘Huckleberry Finn’ en una biblioteca de Concord, Massachusetts, y la subsiguiente publicidad del caso, continúa siendo el mejor argumento a estas agresiones a la Primera Enmienda: ‘Esto hará que vendamos 25.000 ejemplares, de seguro.’”
La ACLU de Rhode Island participa en la Semana de Libros Proscritos, patrocinada por ALA, la American Society of Journalists and Authors, Amnesty International USA, Association of University Presses, PEN America, el Authors Guild y otras organizaciones reconocidas. La Semana de Libros Proscritos, que recibe el apoyo de HarperCollins Publishers y Penguin Random House, se llevará cabo del 1 al 7 de octubre de este año.
“¿Por qué la ACLU defiende la libertad de leer?” pregunta la ACLU de Rhode Island en su sitio en la red. Porque “la ACLU se dedica a defender la libertad de expresarse y la libre expresión. Cuando un pequeño grupo de personas trata de evitar que el resto de la sociedad lea un libro, vea una pintura o exprese su opinión, esto coarta las libertades garantizadas en la Carta de Derechos.”
El Rhode Island Center for the Book, el cual declara en su misión celebrar “el arte y la herencia de leer, escribir, hacer y compartir libros,” se ha unido a la causa.
“Creemos que toda persona en Rhode Island debería tener acceso a una extensa selección de lecturas y que las voces de unos cuantos no deben limitar las opciones de la mayoría,” declaró el centro en una declaración que hizo su directora, Kate Lentz, a Ocean State Stories.
“Las escuelas y bibliotecas públicas en nuestro estado tienen sistemas vigentes que se encargan de resolver las inquietudes relacionadas a las opciones de lectura de cada alumno. Cuando las personas y las organizaciones a favor de la censura buscan sobrepasar esos sistemas y presionan a los maestros y a los administradores para que eliminen largas listas de libros de los estantes, el resultado es una censura más sutil y una erosión a la libertad para los habitantes de Rhode Island.”
El centro, dijo ella, “se complace en asociarse con la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos para apoyar a Unite Against Book Bans, la cual es una campaña de movimiento comunitario para captar la atención del público en la lucha en contra de la censura. Esta campaña imparcial hace uso de su alcance a organizaciones nacionales que representan a bibliotecarios; docentes; padres de familia; autores; publicistas; distribuidores; campeones de libertades y derechos civiles, e igualdad; y a otros. Cuando nos unimos, somos más fuertes.”
Como iniciativa de ALA, Unite Against Book Bans cita estadísticas que afirman o demuestran que “en ambos lados de la situación, hay una vasta mayoría de votantes y padres de familia que se oponen a prohibir libros,” con un 71% de votantes que se oponen a “los esfuerzos de eliminar libros de las bibliotecas públicas” y un 67% de votantes que se oponen a “los esfuerzos de eliminar libros de las bibliotecas escolares.”
Cuando habló con Ocean State Stories, Aaron J. Coutu, director de la Biblioteca Pública de Warwick, él describió el mecanismo que existe en su sistema con respecto a libros que alguien pudiera poner en duda. Es similar al protocolo que existe en bibliotecas en todo el estado.
“Cada biblioteca tiene una administración de colecciones o una norma de protocolos de colecciones que ayuda a establecer categorías y detalles sobre cómo seleccionamos los materiales,” dijo Coutu. “Lo que esperamos es poder asegurar que tenemos colecciones bien seleccionadas que reflejan la identidad de las personas que forman nuestras comunidades – tanto en lo que les gustaría hacer como parte de su entretenimiento y los materiales que pudieran necesitar para aprender sobre diferentes tópicos para la escuela o por interés personal.”
“Esta norma también nos brinda oportunidades de continuar evaluando los materiales que componen la colección informándonos cuándo un libro debe eliminarse si es demasiado viejo o si está fuera de circulación, o también si hay cosas que se compraron que no reflejan lo que pensamos que serían cuando las compramos.”
De acuerdo con Coutu, si un usuario de la biblioteca tiene alguna inquietud, se le invita a comunicarse directamente con el bibliotecario.
“Usualmente esto implica que un empleado de la biblioteca hable con el usuario para revisar lo que se pensó el libro o el DVD pudiera tener que pudiera considerarse una circunstancia difícil – básicamente hacer lo que usted querría que se hiciese en cualquier situación de buen servicio al cliente: escuchar cuál es el problema y tratar de resolverlo tanto como sea posible.”
Coutu dijo que, en todas esas ocasiones, excepto en una, los usuarios quedaron satisfechos.
La persona que no quedó satisfecha, expresó, tomó el siguiente paso disponible: llenar un formulario que se entrega al comité de revisiones de la biblioteca en donde “podemos sopesar ambos puntos de vista y opiniones junto con lo que sabemos del asunto a través de reseñas, de listas de premios, para así crear un balance. No todos los libros son apropiados para todas las personas, pero eso no significa que no exista una persona para cada artículo en particular dentro de la colección.”
En una ocasión, de acuerdo a Coutu, hubo una objeción al libro digital: My Body Is Growing: A Guide for Children, Ages 4 to 8,” escrito por Dagmar Geisler. Esa objeción se remitió a Ocean State Libraries, una organización que sirve a más de 50 sistemas de biblioteca en el estado. Entre otras cosas, OSL provee un catálogo y medios de investigación a nivel estatal y ofrece descargar materiales digitales.
Un comité de OSL decidió sacar un libro de circulación, no porque se considerara obsceno, de acuerto a Coutu. Más bien, dijo, se consideró que era una mala traducción al inglés, se consideró anticuado y no tenía ninguna crítica profesional, “lo cual infringía las normas de desarrollo de la colección.”
Una propuesta de ley para proteger a los bibliotecarios en contra de supuestas demandas por “pornografía,” H6066, se presentó en la Asamblea General el 3 de marzo. Está patrocinada por los representantes David Morales, D-Providence; Enrique Sánchez, D-Providence; Brandon Potter, D-Cranston; Joshua J. Giraldo, D-Central Falls; y Leonela Felix, D-Pawtucket.
La propuesta enmendaría la ley que permite que se presente una acusación criminal a las personas involucradas en “publicaciones y demostraciones obscenas u objetables” a las que se consideren obscenas y faltas de “un serio valor literario, artístico, político o científico.” La enmienda añadiría a la lista los adjetivos “educacional” y “gubernamental,” dando a las escuelas, bibliotecas públicas, y sus empleados una “defensa afirmativa” en contra de demandas dejándolas, en esencia, sin base alguna.
La propuesta declara, “las bibliotecas e instituciones educativas llevan a cabo el propósito esencial de poner a la disposición de todo ciudadano una colección actualizada y balanceada de libros, materiales de referencia, boletines de publicación periódica, grabaciones auditivas y materiales audiovisuales que reflejen la diversidad cultural y la naturaleza pluralista de la sociedad estadounidense.”
“Al estado le conviene proteger que los recursos financieros de las bibliotecas y las instituciones educativas no se gasten en litigios y debe permitir que estos recursos se utilicen en lo posible para satisfacer el propósito primordial de las bibliotecas e instituciones educativas.”
“Cualquier enjuiciamiento que surja dentro de esta sección, es una defensa afirmativa de que el acusado era una escuela, museo o biblioteca pública actuando de buena fe o que era una persona desempeñándose en su trabajo como empleado o funcionario de tal organización.”
Coutu y un representante de la ACLU de Rhode Island estuvieron entre las personas que testificaron a favor de la propuesta de ley este pasado jueves durante una audiencia frente al Comité Judicial de la Casa de Representantes. También testificaros aquéllos que se oponen a la H6066, incluyendo a un hombre que ha escrito una declaración en la que dice que “no solamente se debe rechazar esta propuesta, sino que las cinco personas que la proponen/patrocinan deberían ser censurados de apoyar la destrucción de nuestra juventud.”
El sitio en la red del grupo Intelectual Freedom, parte de la Asociación de Bibliotecas de Rhode Island (RILA, por sus siglas en inglés), tiene un formulario disponible para todo aquél que haya sufrido de censura para que reporte tal incidente a RILA y se lleve a cabo una investigación. La página también hace nota de las normas que tiene la asociación con respecto a atentados para prohibir libros y otros materiales de biblioteca.
La política de siete páginas comienza indicando que, en meses recientes, la asociación “ha observado a unas cuantas personas y organizaciones fomentar la proposición de que las voces de los marginalizados no tienen lugar en los estantes de las bibliotecas. Han lanzado campañas que exigen la censura de libros, recursos y enseñanza que provee información y representan las experiencias auténticas de las personas marginalizadas.”
“Declarando, de manera falsa, que estos materiales son subversivos, inmorales, o lo que es peor, que estos grupos provocan que los funcionarios, elegidos o no, abandonen los principios constitucionales, desacaten las leyes, e ignoren los derechos de las personas para así promover que el gobierno censure las colecciones de las bibliotecas.”
“RILA está comprometida a defender nuestros valores centrales, los cuales incluyen el acceso equitativo al conocimiento, la justicia social, y la libertad intelectual. Somos firmes al oponernos a cualquier esfuerzo que se haga para censurar materiales, oprimir el conocimiento, catalogar puntos de vista como ‘controversiales’ o dictar qué es ortodoxo en la historia, la política o la creencia. El libre intercambio de ideas es esencial para la preservación de una sociedad libre y democrática.”
En su entrevista con Ocean State Stories, los ejecutivos de RILA, Juskuv y Pulliam pusieron el tema en el eje del asunto.
Juskuv dijo: “La libertad de información y la habilidad de obtener información es algo que las bibliotecas se toman muy en serio: Que todos encuentren lo que buscan. Las diferentes perspectivas que existen en el mundo son una parte esencial del porqué existen las bibliotecas y las personas siempre pueden confiar que una biblioteca tendrá tantas perspectivas como el mundo mismo tiene.”
Pullman declaró: “No sólo estamos tratando de reaccionar, sino también queremos ser una fuente de ayuda y apoyo, formulando respuestas y también queremos ser capaces de dirigir preguntas especificas ya sea a alguien dentro de ALA o alguien dentro de la región. Así es que realmente estamos tratando de tomar una posición proactiva para enfrentar algunos de esos retos que vienen porque parece ser que esto es, tristemente, la nueva situación normal.”
Nota del editor: Miller fue socio de la Junta de Administración de la Biblioteca Conmemorativa a Jesse M. Smith desde 1995 hasta 2009, fungiendo como su director desde 1997 hasta 2009. La biblioteca pública Smith presta servicio en Burrillville, R.I. y Miller ha sido su administrador emérito desde el 2009.