Nota del editor: Miller cubrió la pandemia en calidad de periodista del Providence Journal desde enero del 2020 hasta noviembre del 2022, cuando dejó el periódico para ser el director de Ocean State Stories.
El primer año
El primer augurio de lo que llegaría a suceder ocurrió el 22 de enero, 2020, cuando el Departamento de Salud de Rhode Island emitió una advertencia de un empeoramiento de la temporada de influenza.
Incluí esto en un reportaje que brevemente mencionaba “el brote del coronavirus en China,” el cual la entidad federal de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades [CDC por sus siglas en inglés] estaba monitoreando. La confirmación del primer estadounidense infectado, un residente en el estado de Washington que había viajado a China, se hizo el 21 de enero.
“Mientras que el CDC considera que esto es una grave preocupación de salud pública,” declaraba el Departamento de Salud en su sitio en la red, “de acuerdo con la información actual, el riesgo inmediato, en este momento, por parte del 2019-nCoV [la cepa del virus] para la población estadounidense en general, es bajo. Sin embargo, el CDC está tomando precauciones proactivas de preparación.”
Para mi historia, el vocero del Departamento de Salud, Joseph Welkeden, me dijo que su agencia “había estado en comunicación con los proveedores de salud. Esto es rutinario cuando los funcionarios federales responden a una situación grave de salud a nivel nacional. Hemos enviado un resumen de la situación, criterios de evaluación de pacientes, y guías sobre cómo reportar, analizar y obtener muestras. Pero, nuevamente, estos son pasos rutinarios que tomamos en este tipo de situaciones a manera de ser sumamente precavidos.”
Un mes después, estaba en la ciudad de Nueva York para asistir al evento Toy Fair, usualmente un evento muy festivo, como parte de la promoción de uno de mis libros “Kid Number One: Alan Hassenfeld and Hasbro.”
Durante el largo fin de semana, miles de personas asistieron al centro de convenciones Javits Center. Nadie se mantuvo a una distancia prudente o se puso tapabocas – pero por todos lados en ese local y dondequiera que fuera en la ciudad se hablaba del COVID. De paso una mañana por un sitio de construcción en la Quinta Avenida, un trabajador en su descanso mañanero alzaba y mostraba su tapaboca para el polvo a los transeúntes y bromeando les decía: “¡Consíganlos mientras puedan! ¡Están en oferta! ¡A sólo diez dólares!
Cinco semanas después, un modificado Javits Center abría como hospital de campo. En todo el país, los tapabocas y los desinfectantes escaseaban, y la vida había cambiado drásticamente.
Mientras tanto, en Rhode Island, para el 3 de marzo el CDC había confirmado el primer caso local de COVID: un hombre que a mediados de febrero había estado en Europa en un viaje de chaperones y alumnos de la Academia San Rafael de Pawtucket.
Seis días más tarde, el 9 de marzo, hace tres años esta semana, la gobernadora Gina Raimondo, la actual ministra de Comercio de los EE. UU., declaró un estado de emergencia y autorizó a la Agencia de Manejo de Emergencias a “crear y movilizar unidades móviles de apoyo,” autorizó también al jefe de la Guardia Nacional a que ordenara a los miembros en servicio activo “de ser necesario, a ayudar a responder” a la situación del COVID. A ella se unieron el director del Departamento de Salud, la Dra. Nicole Alexander-Scott y otros funcionarios para comenzar una serie de conferencias de prensa, casi diarias, que mantuvo a muchos habitantes de Rhode Island pegados a sus televisores, radios y otros dispositivos, a medida que el temor se difundía y la vida que habíamos conocido se desmoronaba.
El 21 de marzo, en una de mis historias en Notas de un Reportero, “pensamientos sobre vivir en un estado de distopía,” escribí sobre nuevas frases y palabras que se habían incorporado al diario conversar: “Etiqueta al toser. EPP. COVID-19. Refugio en el lugar. Confinamiento. Ponerse en cuarentena, Probablemente positivo. Asentamiento de la curva. Rastro de contactos. Distanciamiento social.” Hice referencia a pandemias anteriores, tales como la peste bubónica y la influenza española, y cerré declarando “Que estés bien. Que estés seguro. Ignora los rumores y las tonterías. Presta atención a las instrucciones de las autoridades de salud pública y a los líderes confiables.”
Y así comenzaron los desalentadores hechos del 2020.
- El 28 de marzo murió de COVID el primer habitante de Rhode Island. El Departamento de Salud describió que el occiso era “un octogenario.”
- Para el 29 de marzo, ya se habían reportado 294 casos de COVID. Treinta y cinco de esas personas fueron hospitalizadas, 11 de ellas estaban en cuidados intensivos y nueve fueron conectados a respiradores. Se cerraron escuelas y guarderías. En algunos lugares de la frontera sur entre Rhode Island y Connecticut, la Policía Estatal detenía a los conductores cuyos vehículos portaban placas fuera del estado y preguntaban la dirección del lugar en el que se pondrían en cuarentena por las siguientes dos semanas.
- La primavera trajo un increíble número de pérdidas de empleo y un nunca imaginable estrés en hospitales, consultorios médicos y dentales, empleados de primera línea de servicios de emergencia, y profesionales de cuidados de la salud, de terapeutas a enfermeras y personal de hogares para personas de la tercera edad. Las tele-consultas comenzaron a surgir como una opción salvavidas. Las escuelas y los servicios religiosos se volcaron a las plataformas virtuales, pero la desigualdad al acceso de conectividad en internet castigó aún más a algunos vecindarios y comunidades que ya estaban padeciendo de manera desproporcionada.
- Mayo del 2020 fue el mes más letal durante el comienzo de la pandemia, con alrededor de 150 muertes semanales, y, de acuerdo con el CDC, con una semana en la que ese número se sobrepasó. De acuerdo con los datos de rastreo del COVID que el The New York Times llevaba, los días más nefastos fueron el 4 de mayo, con un reporte de 24 muertes; el 22 de mayo, con 23 muertes más; el 24 de mayo, con 21; el 28 de mayo, con 22; y el 30 de mayo, con 18.
A nivel local, no sólo hubo un alza en las entregas a domicilio de alimentos sino de insumos también; las comidas para llevar y comer al aire libre se volvieron lo típico, en cambio, las reuniones concurridas – tales como los eventos deportivos, los conciertos, y las presentaciones de teatro – continuaron prohibiéndose. Las personas que no estaban conformes hicieron uso de las redes sociales y los programas radiales en donde hacían alarde de ridiculizar el uso de tapabocas y las reglas de distanciamiento social, así como también propagaban información errónea diseminada por un presidente incrédulo, esto ocurría de manera descontrolada en todo Rhode Island.
- El 29 de junio, el estado entró en la llamada Fase 3 del plan de respuesta de Raimondo, el cual permitía bodas en salones, presentaciones musicales, visitas a museos, ir al cine y otras actividades en otros lugares – si bien con un número limitado de asistentes y otras restricciones.
- El 21 de julio, se abrió en el Rhode Island Convention Center un área para hacerse análisis desde el automóvil. Desde marzo, se abrieron otros lugares en donde hacerse esos análisis, algunas personas eran atendidas por personal del National Guard. Antes de que terminara el año, se hacían análisis en lugares a cargo del estado, en consultorios médicos, en clínicas de cuidados de emergencia, en centros comunitarios de salud y en otros lugares más.
- El 23 de julio, los números a nivel estatal alcanzaron los 1.000 muertos, muchos de ellos perecieron en hospitales y en centros para personas de la tercera edad en donde ni siquiera se permitían visitas, excepto de manera virtual (a nivel nacional, las muertes habían sobrepasado los 149.000). No hubo velorios ni funerales “normales”. Pedí a muchos lideres comunitarios que comentaran sobre estas cifras aterradoras.
“En este momento, los números en sí no pueden cuantificar el sentimiento de pérdida,” expresó la Rabino Sarah Mack del Temple Beth-El en Providence. “Cada alma que perdemos por la pandemia deja atrás una pena profunda. Mientras tratamos de entender el significado de las 1.000 muertes aquí en R. I., hagamos que la tragedia nos impulse sin descanso hacia adelante para así preservar la vida.”
Umer Akbar, miembro de la comunidad del Centro Islámico en Greater Attleboro, dijo: “al final, si podemos aprender a cooperar y ayudar a aquéllos que lo necesitan, y hacemos cuenta de los efectos y lecciones positivas, entonces, como sociedad, surgiremos más fuertes después de esta pandemia.”
“El sufrimiento genera amor,” dijo el reverendo Marcel Taillon, pastor de la Parroquia St. Thomas More en Narragansett. “Hay tanto sufrimiento, pero entonces el amor es más evidente y queda más a la vista. Esa es mi experiencia. Es la cruz por llevarse.”
El reverendo Chris Abhulime, en aquel entonces el pastor superior del King’s Tabernacle Church en Johnston con una congregación predominantemente afroamericana, declaró: “nuevamente se nos recuerda lo que es la debilidad humana y la fragilidad de las instituciones que nos rodean. Por lo tanto, prestamos nuestros hombros para llorar y debemos recordar que, para sobrevivir, nos necesitamos los unos a los otros.”
- El 27 de octubre, el Dr. Ashish Jha, en aquel entonces decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown, comenzó un podcast regular (semanal, al principio): “COVID: Lo que sigue después.” Se llegaron a producir cuarenta y un episodios, el último se transmitió el 22 de enero, 2022. En marzo del 2022, se anunció que el Sr. Jha se ausentaría de Brown de manera temporal para convertirse en el coordinador asignado a la Casa Blanca para tratar temas relacionados al coronavirus.
- El 20 de noviembre, Care New England abrió en Sockanosset Cross Road, Cranston, un hospital de campo con 353 camas para tratar casos de COVID. El día siguiente, Lifespan abrió un hospital de campo en el Rhode Island Convention Center.
- A medida que el 2020 se acercaba a su final, los números continuaban aumentando. Dos días antes de la navidad, Rhode Island había registrado 1.704 muertes y 82.066 casos documentados de COVID; en todos los Estados Unidos, 324.948 personas habían muerto y se habían confirmado más de 18.4 millones de casos.
El segundo año
Pero había esperanza en el horizonte.
En mayo 2022, se anunció la operación Warp Speed, una colaboración gubernamental/privada, que aceleró el proceso de producir una vacuna contra el COVID, y para finales del 2020, dos compañías habían recibido una autorización de emergencia para el uso de sus productos: Moderna y Pfizer-BioNtech. A mediados de diciembre, los primeros en ser vacunados en Rhode Island fueron los profesionales de la salud que estaban en alto riesgo.
- El 12 de enero, 2021, en un edificio antiguamente usado como sucursal del Banco Citizens en Sockanosset Cross Road en Cranston, se abrió un lugar de vacunación masiva atendido por el National Guard.
- El 24 de febrero, Lifespan cerró su hospital de campo en el Convention Center después de admitir y dar de alta a 516 pacientes. Nueve días después, el hospital de campo de Care New England también cerró, después de admitir y dar tratamiento a 208 pacientes.
- El 27 de febrero, la FDA aprobó el uso de una tercera vacuna, fabricada por Johnson & Johnson.
- El 2 de marzo, Dan McKee fue juramentado como el nuevo gobernador de Rhode Island, sustituyendo a Raimondo que se había marchado a Washington. Mientras tanto, todas las farmacias, incluyendo CVS y Walgreens, comenzaron a ofrecer vacunas al público a medida que Rhode Island comenzaba a convertirse en el estado con el porcentaje más alto de habitantes que habían sido inoculados. De acuerdo con el informe más reciente del CDC publicado el 28 de febrero, 2023, el 87,7% de los habitantes del estado ya habían completado la serie primaria y el 95% había recibido por lo menos una dosis, lo que convirtió a Rhode Island en el líder nacional.
- El 10 de mayo, el gobierno federal aprobó el uso de la vacuna Pfizer para niños entre los 12 y 15 años. En cuestión de días, 300 habitantes de Rhode Island entre esas edades ya habían recibido su primera dosis.
- El 18 de junio, durante la conferencia regular de prensa del gobernador, McKee, el Dr. Philip Chan y otros funcionarios, advirtieron de la amenaza, particularmente para las personas que aún no se había vacunado, que representaba la mortífera y sumamente contagiosa variante Delta, la cual estaba en camino de convertirse en la cepa dominante. Esta habría de alcanzar su punto álgido a finales del verano, resultando en un alza de muertes, hospitalizaciones y tasas positivas, aunque no cercana a los niveles vistos en otros estados que tenían tasas de vacunación bajas.
Durante la conferencia de prensa el 10 de agosto, McKee anunció que a todos los empleados de salud pública que laboraban en cualquier institución privada o autorizada por el gobierno – hospitales, centros para personas de la tercera edad, y otros centros – se les obligaría a vacunarse para el 1 de octubre. Esta declaración provocó una protesta adicional por parte de las personas que se oponían a la vacuna y que habían estado protestando durante el verano.
- El 22 de septiembre, la FDA autorizó un solo refuerzo de la vacuna de Pfeizer. En las semanas subsiguientes, los refuerzos de Moderna y Johnson & Johnson también fueron aprobados.
- El 14 de octubre, McKee, Alexander-Scott y la pediatra Elizabeth B. Lange, en aquel entonces presidenta de la Sociedad Médica de Rhode Island y becaria de la Academia Estadounidense de Pediatría, dieron una conferencia de prensa en el Providence Children’s Museum instando a los padres de familia y tutores a vacunar a niños de entre cinco y 11 años, el grupo de niños más pequeños que calificaban para ser vacunados. Algunas personas que se oponían a la vacunación trataron de interrumpir la conferencia.
A medida que el otoño entraba, otra variante, Omicron, alzó la alarma. Habiéndose reportado a la Organización Mundial de la Salud en noviembre, Omicron se detectó por primera vez en Rhode Island en diciembre, haciendo que la administración McKee y el Departamento de Salud comenzaran los preparativos para lo que muchos esperaban fuera otra ola mortal que nuevamente agravaría a los hospitales y al sistema de cuidados de la salud. El 11 de diciembre, un miembro del personal de McKee dijo: “las acciones en las que el gobernador se está enfocando son: la vacunación, los análisis, el uso de tapabocas y la capacidad de proporcionar personal.”
Otro factor preocupante que estaba afectando a un número en aumento de habitantes en Rhode Island era el COVID a largo plazo, el cual, de acuerdo con el CDC, es un síndrome agudo de enfermedad posterior que puede, entre otros síntomas, causar fatiga crónica, dolores de cabeza, mareos, dificultad para concentrarse o pensar, llamada algunas veces “niebla cerebral,” dolor en las articulaciones, diarrea, depresión, y ansiedad. El COVID a largo plazo puede persistir por meses o años, y no tiene cura. “La verdad, todo duele,” me dijo Shannon Maynard, quien vive en North Kingstown, para una historia que estaba escribiendo. “Tengo dolor en la espalda, en el cuello y en todos los músculos, todos los días.”
El año del 2022 comenzó con poca alegría cuando en enero se dio una “cuarta ola” que produjo números no antes vistos de casos y hospitalizaciones – aunque no alzas de muertes gracias en parte a la alta tasa de vacunación y la disponibilidad de vacunas de refuerzo.
Para principios de febrero, la ola había disminuido; el director interino del Departamento de Salud, el Dr. James McDonald, quien había tomado el liderazgo después que Alexander-Scott renunciara el 13 de enero, dijo durante una conferencia de prensa que el coronavirus eventualmente se convertiría “endémica… una enfermedad con la que tendremos que aprender a vivir.” Tiempo después, él predijo que el COVID llegaría a ser “una enfermedad infecciosa prevenible y tratable,” probablemente ocurriendo por temporadas, tal como la neumonía y la influenza.
El tercer año
Con números que continuaban en una tendencia favorable, vacunas ampliamente disponibles de fuentes no gubernamentales, la proliferación de análisis domésticos, la reapertura de muchas escuelas y muchas actividades que volvieron a lo que se consideraba “normal,” o algo parecido a lo normal, el 12 de marzo, 2022, el estado cerró el centro de vacunas en Sockanosset,
Pero el COVID no había desaparecido. La evolución del virus, un proceso que ahora es más que conocido para la persona común y corriente, produjo otra variante: la BA.2, de fácil transmisión, pero con menor probabilidad de causar una enfermedad grave como Omicron.
El 12 de abril, 2022, el rastreador del coronavirus del New York Times reportó que Rhode Island iba a la vanguardia en el país con el número de casos per cápita: 32 casos por cada 100.000 personas durante los últimos siete días. El vocero del Departamento de Salud, Wendelken, dijo que “la métrica en la que nos estamos enfocando más en este momento es en las hospitalizaciones…afortunadamente, a pesar de un repunte en los casos que hemos visto, nuestros números de hospitalizaciones son relativamente bajos.”
Algo que también alentó fue la decisión del CDC y la FDA de aprobar un segundo refuerzo de las vacunas de Pfizer y Moderna, y la llegada de una nueva arma para la lucha, el medicamento Paxlovid, el cual fue aprobado en diciembre, 2021, para el tratamiento de casos de leve a moderado.
Pero el 18 de mayo nos trajo un recordatorio de la naturaleza variante de la pandemia cuando el CDC, preocupado por el aumento en la propagación de la enfermedad, dijo que los habitantes y los líderes en muchas áreas en los EE. UU., incluyendo a Rhode Island, deberían considerar medidas de contención más estrictas, entre ellas, más análisis y usar tapabocas en interiores. De acuerdo con el nuevo Sistema de Nivel Comunitario de Evaluación de la agencia, los condados de Providence, Kent, Bristol y Washington fueron clasificados como de riesgo medio y el condado de Newport se clasificó como de alto riesgo.
El riesgo se redujo durante el verano del 2022, y el 11 de agosto, el CDC actualizó sus guías, eliminado, entre otros, el estándar de distancia social de seis pies. Sin embargo, los hospitales, los consultorios médicos y dentales y otros proveedores de cuidados de la salud continuaron con el requisito de usar tapabocas y algunos evaluaban a sus pacientes antes de sus visitas.
El 31 de agosto se alcanzó otro punto álgido cuando la FDA autorizó el uso de un tercer refuerzo de Pfizer y Moderna – el conocido como vacuna bivalente, la cual puede recibirse junto con la vacuna de la influenza. Muchos expertos en salud pública piensan que el refuerzo para el COVID debería ser parte de un régimen anual de vacunación.
A finales de agosto y principios de septiembre, los alumnos comenzaron el año escolar con menos requisitos para el COVID. La celebración del Día de Brujas en el 2022 se le pareció mucho más a la celebración tradicional del 2021 y 2020, y muchas familias celebraron el Día de Acción de Gracias y las celebraciones de invierno tal como lo había hecho anteriormente bajo la guía de los líderes de salud pública quienes instaban a todo el que mostrara señales de estar enfermo de abstenerse de asistir a las celebraciones para prevenir la propagación del coronavirus, la influenza, el RSV y la gripe común.
Pero como un fantasma, el coronavirus continuó apareciendo en el estado. La realidad se hizo palpable de manera dramática cuando, el 22 de diciembre, Trinity Rep canceló seis días de presentaciones de la obra “A Christmas Carol,” una de las tradiciones de invierno más queridas en Rhode Island, “debido al número de resultados positivos de COVID en la compañía.” Trinity Rep declaró “necesitamos hacer una pausa para prevenir que siga la propagación y mantener a todos saludables.”
El año 2023 apenas tenía un mes de haber comenzado, cuando el 30 de enero la Administración Biden anunció que planificaba que el estado de emergencia de salud pública por el COVID terminara en mayo. Ese final desencadenaría un número complejo de acontecimientos que incluirían a la ayuda federal para el COVID; este anuncio fue recibido con una mezcla de crítica y elogio – e inmediatamente se convirtió en un balón político dentro de un amargamente dividido Congreso. Algunos funcionarios de la Administración dijeron muy poco públicamente, pero un funcionario de alto rango dentro de la Administración declaró a Político: “esta decisión se basó en lo que en este momento es lo mejor para la salud de nuestro país…Estamos en un buen lugar en la situación de la pandemia, ya pasamos el invierno, los casos se han reducido dramáticamente de donde se encontraban en los últimos dos inviernos.”
De acuerdo con el rastreo del The New York Times, en la semana que terminó el viernes, 3 de marzo, 2023, en Rhode Island se reportaron un promedio de 113 casos diarios. Los casos han disminuido un 28 por ciento de lo que era el promedio hace dos semanas y las muertes han bajado un 12 por ciento. Desde el comienzo de la pandemia, se han reportado un total de 460.045 casos en el estado. Por lo menos uno de cada 272 habitantes ha muerto del coronavirus, con un total de 3.896 muertes.
En los tres años desde que Raimondo declaró el estado de emergencia, ninguna comunidad en Rhode Island quedó sin ser afectada por el COVID y hubo cuatro que fueron azotadas de manera fuerte: Central Falls, Pawtucket, Providence y Woonsocket, el núcleo urbano. La pandemia dejó al desnudo las disparidades sistémicas de salud y económicas, causando un sufrimiento y pérdidas desproporcionadas en las comunidades de color.
Para Rhode Island en su totalidad, el COVID también ha venido a complicar deficiencias duraderas en los cuidados de salud del comportamiento. En su edición del 22 de febrero, Ocean State Stories exploró algunos aspectos de lo que muchos llaman una crisis en dichos servicios para adultos.
Y en el ensayo de opinión que publicara el Providence Journal el 25 de febrero, la directora ejecutiva de Tides Family Services, Beth A. Bixby, también miembro de la Junta de Asesoría de Ocean States Stories, resaltó que “la crisis de salud del comportamiento es tan peligrosa para nuestros niños como lo es el COVID-19 y otros virus respiratorios; de hecho, para algunos, esto es cuestión de vida o muerte. En el 2020, el suicidio fue la segunda causa principal de muerte entre jóvenes de 10 a 14 años.” Ella citó los datos del Rhode Island Kids Count que muestran cómo las visitas a la sala de emergencia por parte de “niños que están pasando por crisis de salud del comportamiento aumentaron en un 92% del 2019 al 2022.”
El senador estatal Lou DiPalma, presidente del Comité de Finanzas del Senado y un líder por mucho tiempo del movimiento para reconstruir el sistema de salud del comportamiento en Rhode Island, dijo a Ocean State Stories que “la pandemia del COVID-19 ciertamente ha hecho estragos en casi todos los habitantes en Rhode Island. Ha golpeado de manera dura a nuestra población de la tercera edad y aquéllos que les ayudan, así como a aquéllos que reciben servicios de los programas estatales de salud y servicios humanos, y a los proveedores de cuidados relacionados.”
“La pandemia ha dirigido una luz a nuestros sistemas de salud del comportamiento, los centros para personas de la tercera edad, los hospitales y al personal médico y no médico relacionado a ese campo. Todas las estructuras mencionadas anteriormente tienen la necesidad urgente de reconstrucción para asegurarnos de que estarán preparados de manera apropiada para la siguiente pandemia, la cual ciertamente ocurrirá, la única pregunta es cuándo. Debemos estar listos, y el momento para comenzar a prepararnos es ahora. Atrasar esto no es una opción.”
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